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Muchos más hogares, más pequeños y viejos; pero aún de mayor tamaño que los de nuestros vecinos

La población española ha experimentado un destacado incremento desde inicio de siglo, pasando de 40,5 millones a 47,5 millones de personas en 2022, es decir un 17%, muy por encima de Francia (12%), y extraordinariamente más que en Italia (4%) y Alemania (sólo un 1%). Bien es cierto que tan notable crecimiento tiene claras discontinuidades muy relacionadas con el ciclo económico, y sobre todo con la vitalidad del mercado laboral, como imán de atracción de extranjeros, los cuales constituyen el principal componente de esos siete millones de incremento de la población en España. Es así como durante los primeros años del siglo, hasta 2008, el crecimiento de la población fue bastante constante, con un aumento promedio anual de alrededor de 500.000 personas. Con la crisis financiera la tasa de crecimiento comenzó a disminuir, y en algunos años incluso hubo una disminución neta de la población debido a la menor entrada de extranjeros, e incluso emigración de ciudadanos españoles en busca de trabajo en otros países. Y de nuevo en los años de recuperación tras dicha crisis (2014 en adelante) se vuelve a recuperar el crecimiento poblacional de forma continuada. Tan destacado y singular composición del aumento de la población española, es muy relevante para explicar algunas magnitudes de renta y riqueza frente a los tres países que estamos utilizando como referencia.

 

En paralelo con esa evolución de la población, el número de hogares ha registrado también un importante incremento de más de cuatro millones en lo que va de siglo. Su tasa de crecimiento duplica prácticamente la de la población y, en consecuencia, ha provocado una reducción significativa del tamaño medio de los hogares, que ha pasado de 2,8 a 2,5 miembros.

 

La clave de dicha reducción del tamaño medio de hogares ha sido el aumento de los de un solo y de dos miembros, de tal manera que estos dos grupos representan ya más del 55% de los hogares españoles, diez puntos porcentuales más de los que representaban en 2002. Ese crecimiento de hogares de uno o dos miembros, en los que existe una importante presencia de “nido vacío” tras la emancipación de los hijos, sería un primer factor explicativo del envejecimiento registrado en el censo de hogares españoles.

 

El otro factor explicativo de ese envejecimiento sería la fuerte reducción registrada en los hogares más jóvenes. Concretamente, aquellos cuyo cabeza de familia tiene una edad inferior a 35 años se han reducido casi ocho puntos porcentuales (desde el 14,7% a l 6,7%), y los que están en el tramo 35-44 años también lo han hecho (desde el 21,9% al 19,5%). Sin duda alguna, cabe atribuir dicho fenómeno de intensa caída en la formación de hogares de primera generación, tanto a razones demográficas como a las mayores dificultades para la emancipación de los jóvenes.

 

Toda esta evolución de las características del hogar entendido como unidad económica en España, no es ajena lógicamente a la que registran los hogares de países de nuestro entorno, aunque la intensidad con la que se ha producido es dispar en los países que hemos tomado como referencia para el contraste. En esta comparación destaca sobremanera que España es con diferencia el país con menor proporción de hogares con una única persona (26,3%) y, por el contrario, el país con mayor presencia de hogares de 3 o más miembros (43,5%). En el otro extremo, en Alemania esos porcentajes casi se invierten (42% y 24,3% respectivamente).

 

En consecuencia, también es bien relevante para la interpretación de algunos de los hechos, que, a pesar de la significativa reducción del tamaño del hogar que se ha producido en nuestro país en las últimas décadas, este sigue siendo en torno a un 10% superior al de Francia e Italia, y un 25% superior al de Alemania.

 

No es menos llamativa la muy reducida relevancia (en este caso compartido con Italia) de la proporción de hogares jóvenes (cabeza de familia entre 16 y 34 años) en nuestro país (7,4%), extraordinariamente por debajo de Alemania (17,8%) y Francia (16,3%). Más allá de razones demográficas evidentes, este hecho está explicado también por las dificultades de las nuevas generaciones para su emancipación en nuestro país.