El comportamiento financiero de los hogares en las dos primeras décadas del siglo XXI viene condicionado por la confluencia de grandes tendencias estructurales -no exentas de disrupciones- tanto en el ámbito económico-financiero como en el demográfico, y que van a impactar en las magnitudes agregadas de las finanzas de los hogares y en su distribución de dentro de ese conjunto heterogéneo que conforman los casi 19 millones de hogares españoles.

 

Esa doble relevancia, en términos agregados y también distributivos, obliga a que cualquier análisis riguroso del comportamiento financiero de los hogares se realice desde una doble dimensión. Por un lado, la que capture tendencias agregadas tanto en una perspectiva temporal como transversal en contraste con los países de nuestro entorno, y por otro la que capture comportamientos diferenciales, dentro del agregado de hogares, en función de determinadas características socioeconómicas o demográficas, como edad, situación laboral o nivel educativo, con especial consideración a las dinámicas en cuanto a desigualdad en renta y riqueza.

Para llevar a cabo dichos análisis en esa doble dimensión combinamos las cuentas financieras y no financieras de la economía española, con la información que proporcionan las siete oleadas de las Encuestas Financieras a las Familias (EFF) que se han llevado en nuestro país durante este casi primer cuarto de siglo, lo que permite llevar a cabo un rico y detallado análisis sobre el comportamiento y la transformación que han experimentado los hogares españoles en su condición de unidad económica y financiera básica. Si a ello le sumamos su contraste transversal para el mismo periodo con los tres grandes países de nuestro entorno (Alemania, Francia e Italia), sobre la base de la información proveniente de dos fuentes homologables (las cuentas nacionales homogeneizadas en el marco de Eurostat y las encuestas HFCS en las que se integra la EFF coordinadas por el BCE) el citado análisis cobra aún más interés, el que hemos pretendido cubrir con este primer estudio de la Fundación Afi Emilio Ontiveros.

 

Con él, queremos dar respuestas a cuestiones tales como: ¿ha cambiado y cuánto la configuración de los hogares españoles? ¿y sus ingresos? ¿y su endeudamiento? ¿y su comportamiento frente al ahorro y los activos en los que materializan su riqueza? O también, siendo conscientes de que no es posible establecer un hogar tipo representativo, dada la extraordinaria variedad y complejidad por razones de todo tipo (sociodemográficas, culturales o económicas) de estas unidades en las sociedades modernas: ¿se ha alterado y cuánto la relación existente en muchas de estas magnitudes cuando diferenciamos entre grupos de hogares distintos (hogares jóvenes frente los de mayor edad, activos frente a jubilados, de menor renta y/o riqueza frente a los de más, …)? O, finalmente: ¿cuánto se diferencian de los países de nuestro entorno en términos de comportamiento o en el valor de los parámetros económico financieros más relevantes que caracterizan los hogares?, ¿se amplía o se cierra la brecha que pudiera existir y por qué?

 

En el contexto económico, cabe destacar un proceso de convergencia de la economía española con las europeas que sufría una fuerte disrupción con la crisis financiera de 2010 2012 y su s secuelas, hasta el punto de que la renta bruta disponible per cápita (RBD/cápita) de los hogares españoles apenas ha recuperado, en términos reales, su nivel existente al inicio del siglo, aumentando su brecha frente a la media de la eurozona y a algunos de sus principales países.

 

Ese estancamiento de la RBD/cápita, que contrasta con el crecimiento observado en el PIB real agregado, tiene su explicación en un factor demográfico: el intenso crecimiento de la población española, mucho más acusado que el observado en los otros grandes países de la eurozona, que pone de manifiesto la incapacidad de mantener un crecimiento económico suficiente para absorber ese incremento de la población sin merma de la renta per cápita. El crecimiento de la población, explicado mayoritariamente (más del 70%) por los flujos netos de inmigración, ha venido acompañada, por otra parte, de importantes movimientos de su estructura en términos de hogares. En estos se ha producido un crecimiento porcentual muy superior al observado en la población, con la resultante de un tamaño medio de hogar menor que el inicio de siglo, aunque todavía notablemente mayor que en la eurozona, y sobre todo en sus dos grandes países.

 

En el contexto de esas tendencias económicas y demográficas, la primera derivada en términos de comportamiento financiero de los hogares ha sido el mantenimiento de unas tasas de ahorro sistemáticamente inferiores, y también más volátiles, con respecto a la de los principales países europeos. Menor ahorro, en todo caso, que no ha sido óbice para que la riqueza per cápita de los hogares españoles haya evolucionado en paralelo, cuando no ligeramente mejor, que la de sus homólogos europeos. A ese mejor comportamiento agregado de la riqueza de los hogares españoles, frente al peor observado en renta y en ahorro, no ha sido ajena la importante revalorización registrada en los activos detentados por los hogares españoles, y muy especialmente los de naturaleza inmobiliaria, cuya presencia en el patrimonio de los hogares españoles es muy superior a la observada en el resto de los países europeos.

 

Junto a esa esas grandes tendencias del comportamiento financiero agregado de los hogares españoles cabe resaltar importantes movimientos en la distribución de esos comportamientos. El más relevante haría mención a un incremento en la concentración de riqueza, mucho mayor que el registrado en la renta. Ese incremento, que guarda también una importante correlación con las cohortes de edad de los hogares, tiene un elevado componente en la mencionada revalorización de los activos inmobiliarios, cuya propiedad se ha concentrado aún más en hogares de mayor edad, al tiempo que los más jóvenes han reducido a la mitad (35%, desde 70% al inicio de siglo) su propensión a la vivienda en propiedad. Esa importancia de los activos inmobiliarios en el patrimonio de los hogares españoles no debe obviar el análisis del comportamiento de estos frente a los activos financieros, de importancia creciente y en los que también se observa una elevada y creciente concentración, así como un incremento de la brecha generacional.

 

Tras este hilo explicativo del contexto en el que los hogares españoles han llevado a cabo sus decisiones financieras, se desarrollan a continuación las principales conclusiones del estudio, aquí enumeradas: