La nueva ola de la Encuesta Financiera de las Familias confirma que la brecha intergeneracional sigue ampliándose, tanto en términos de renta como, especialmente, de riqueza. Al comparar dos generaciones en momentos similares de su ciclo vital —millennials en la actualidad frente a baby boomers a principios de siglo—, se observa que la riqueza de los millennials es inferior (en euros constantes de 2022) a la que tenían los baby boomers cuando eran jóvenes.
Esta disparidad se mantiene en todas las decilas de la distribución de riqueza neta, lo que revela una desventaja significativa para los millennials en comparación con la generación anterior. La vivienda juega un papel central en esta brecha como causa y efecto. La revalorización acelerada de los inmuebles ha limitado la capacidad de los jóvenes para adquirir una vivienda en propiedad, lo que explica, a su vez, su menor acumulación de riqueza. Al no poseer una vivienda, los millennials no pueden beneficiarse de la apreciación de estos activos, lo que perpetúa su vulnerabilidad económica y amplía la brecha de riqueza con respecto a las generaciones mayores, contribuyendo a una desigualdad intergeneracional persistente.