En las últimas dos décadas, el acceso a la vivienda en propiedad en España ha disminuido progresivamente mientras el alquiler ganaba terreno, alcanzando ya los 3,3 millones de hogares.
Este crecimiento en el alquiler se ha producido en un mercado caracterizado por la ausencia de grandes operadores y una gran atomización de la propiedad, donde la mayoría de las viviendas son arrendadas por personas físicas y no por empresas especializadas. Según datos fiscales, 2,15 millones de propietarios individuales declaran ingresos muy modestos por alquiler, lo que refleja la fragmentación de la oferta. Esta estructura, junto a la limitada participación de la administración pública en la provisión de vivienda, contribuye al encarecimiento del acceso al alquiler, un fenómeno que se ha agudizado en los últimos años.