La evolución demográfica y la producción de viviendas en España han pasado por dos fases claramente diferenciadas desde el año 2000, marcadas por la crisis financiera de 2008. Antes de esta crisis, la construcción de viviendas superaba la creación de nuevos hogares, aunque no impidió el aumento de los precios de venta. Desde 2021, el fuerte crecimiento del número de hogares ha generado un desajuste entre la oferta y la demanda de viviendas, ya que la producción no se ha adaptado a este aumento.
Este desequilibrio es especialmente acusado en grandes áreas urbanas y en provincias con un fuerte crecimiento demográfico, donde la oferta no ha respondido a la demanda local. Además, casi un tercio de las viviendas construidas en las últimas dos décadas se destinaron a uso secundario, en su mayoría en zonas turísticas y pequeños municipios. Sin embargo, la presión sobre la vivienda ha llevado a que algunas de estas viviendas secundarias se reconviertan en viviendas principales en áreas periféricas, a medida que las familias buscan opciones más asequibles y alejadas del centro urbano.