España está experimentando un cambio acelerado en la distribución geográfica de su población, caracterizado por la despoblación de algunas regiones y la concentración en otras, especialmente en grandes núcleos urbanos y áreas metropolitanas.
Este fenómeno se debe tanto a los flujos migratorios exteriores como a las migraciones internas, provocando no solo el vaciamiento de zonas rurales, sino también el declive de ciudades medianas. A futuro, se espera que esta tendencia se intensifique, con 4 de los 5 millones de nuevos habitantes en los próximos 15 años concentrándose en unas pocas regiones, lo que acentuará la brecha entre la «España vaciada» y las áreas más densamente pobladas y dinámicas.