El envejecimiento de la población española avanza más rápido que en otros países europeos debido a las bajas tasas de natalidad y al aumento de la esperanza de vida. A pesar de que la inmigración ha ayudado a frenar este proceso al incorporar población más joven, se prevé que en las próximas décadas el porcentaje de mayores de 65 años aumente del 20% al 30%, y el de mayores de 80 años se duplique.
Esto incrementará la tasa de dependencia de 50 a 75 personas por cada 100 en edad de trabajar. Además, la estructura de los hogares cambiará significativamente: el tamaño medio seguirá reduciéndose y los hogares unipersonales se convertirán en el tipo dominante en los próximos 15 años.